diminuta sin saberlo
ha procreado trillizos,
y ninguno tiene rizos:
un tristón vivió en su ombligo
y pudo llamarse rodrigo;
un tristón en su cabeza
que a veces le da pereza
del futuro;
y un tristón que suavemente
-once kilos, medio diente-
se cuelga de su pezón.
6 de junio de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)